domingo, 3 de abril de 2011

Rhage y Angel.

Disclaimer: Los personajes, ni la serie ni de la Hermandad de la Daga Negra me pertenecen sino a la maravillosa Jr. Ward, unico que si tomo de toda esta historia aparte de que vino de mi mente, es Angel que es un personaje propio de mi imaginación. De ahí si fuera yo la responsable de la hermandad pues... V estaría jodido porque le daría guerra todo el tiempo en mi mente por ser un soberano grano en el orto. Esta historia fue escrita sin animo lucrativo solo para mi diversion y la de los fans de la serie. Hadita si vez esto gracias por la ayuda.




En una noche de primavera se veía el cielo despejado y con abundantes estrellas. En la Mansión de la Hermandad se respiraba el aire frío y fresco. Era una noche tranquila, no se veía movimiento, ni perturbaciones a los alrededores. Sólo se escuchaba a lo lejos el murmullo de dos voces provenientes del jardín…
-¡Vamos! ¡Sólo fue una pequeña caída! Puedes dejarme en el suelo Rhage. Seguro soy muy menuda y no quiero cansarte. Recuerda que la mansión aun está lejos.- dije no muy convencida de mí misma. Pero Rhage no iba a creer que no estaba lastimada. Tal vez me dolía un poco el tobillo… pero no fue culpa de él iniciar una carrera por el bosque, sino mía. Quería sentirme una con la naturaleza. Y lo fui, pero terminé cayendo por culpa de unas ramas y mi ropa en esos momentos estaba irreconocible. Tenía hojas secas, pasto, mugre y quien sabe que más sobre mis pantalones de gimnasia y mi sudadera.
– ¡Pequeña! ¡Dime! ¿De dónde piensas que eso fue pequeño? ¡Sólo mírate! ¡Justamente teníamos que coger el lado contrario al Pit! ¿Por qué? ¡Ah! ¡Sí! Porque estás molesta de que V te reprenda por tus impulsivas decisiones… ¿O me equivoco, bombón? – me contestó jocosamente mientras meneaba las cejas y ponía una de sus malditas sonrisas de “Te agarré donde quería”.
Me sonrojé.
Avergonzada al máximo decidí jugar sucio porque no dejaría que me sacara los rubores. Ya que tenía mis brazos alrededor de su cuello y, simplemente, comencé acariciar su cuello y el lóbulo detrás de la oreja derecha mientras apoyaba mi mejilla contra su pecho y lo miraba con una sonrisa de lo más insinuante. En ese momento vi claro el cambio que hubo en él por mi atrevida actitud. Y sonreí perversamente mientras comenzaba a besar su cuello, mientras observaba las luces de la mansión entrando en nuestra visión. El pobre comenzó a tragar saliva y su respiración se aceleró un poco, y su paso se hizo rápido.
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Esta pequeña diablilla no sabe lo que hace. No puede iniciar esto sin esperar que continúe… ¿verdad? Me comencé a preguntar porque lo hacía. ¡Se suponía que estaba saliendo con alguien. ¿O no? ¡Tienes que detenerla, Rhage! Tú no eres su juguete, tú quieres algo más que unas horas robadas de su tiempo. Ella tenía que decidir en este momento. “Si lo hacía, le daría todo de sí… nada más ni nada menos”. Pero tenía que parar todo eso ahora o terminarían haciendo algo que los dos lamentarían. Aún no era el tiempo para estar juntos. Él la quería. Aunque no sabía quién no podría quererla con 1,72 de altura y curvas donde en realidad importaban, cabellos negros como la misma noche, piel más fina y cremosa que la leche y unos bellos ojos de color chocolate. Ella era única y aun así lo evitaba en otros planos hasta ahora.
-Angel, si sigues con eso no llegaremos a la mansión. - dije en un tono algo brusco por el esfuerzo de no besar esos labios que torturaban mi cuello y el dolor que provocaba en mi erección ya despierta – Y yo no quiero unas horas robadas de tu tiempo. Para eso podría ir al Zero Zum y hacer lo que necesito ahí. - agregué mentalmente que no había hecho eso desde hace 6 meses… desde su llegada a la mansión. Desde que la rescatamos de un ataque de lessers. Ella no necesitaba saber qué me pasaba en la ducha con su imagen en mente. Y que por mucha agua fría que usara, tenía una erección tan dura que sólo bajaba y se aliviaba después de algunas sesiones de masturbación imaginándola desnuda en mi cama, con las mejillas sonrojadas de pasión y sus ojos oscuros de lujuria… gritando mi nombre mientras se corría sobre mi polla. Pero me dejaron atónito sus siguientes palabras.
– Soy tuya… pero hay algo que necesito decirte Rhage- la observé vacilante y me entró algo de pánico. - ¡Por el amor a la virgen! ¡Sí la iba a dejar! - pensé mientras la apoyaba parcialmente en el suelo y la mantenía agarrada contra mi cuerpo. Era pequeña a mi lado. Tan delicada y frágil. Antes de que dijera algo la silencié con un beso duro y demandante. Sentí como primero se intentaba resistir y después sus suaves labios se derretían contra los míos, correspondiéndome con suavidad. Sabía dulce como una combinación de mentas y fresas. Una vez que cedió, relajándose y entregándose a mi, comencé a levantar un poco esa fea sudadera y el sostén deportivo. No fue nada a mi paso para encontrar el tesoro deseado: uno de sus duros pezones. Incapaz de detenerme, le di un pequeño tirón e hice círculos a su alrededor, la sentía ya como mantequilla en mis brazos. Comenzó a suspirar y dio un pequeño gemido ahogado entre mis labios. Solo verla así, perdida en mis caricias, me dijo que no se negaría. Me costó una fuerza que no sabía que podía tener con ella, pero me separé y la volví a llevar cargada. El único lugar en donde la quería era en mi habitación por muchas horas, pensé satisfactoriamente.
-Angelito, nos vamos ahora y te prometo que en las siguientes horas no harás nada más que gritar mi nombre pidiéndome más… mucho más.- prometí viendo como conseguía oscurecer su mirada con lujuria y sus mejillas se tornaban rojas de tal excitación que podía sentir recorrer por su cuerpo y oler el maduro aroma de su excitación. Sólo teníamos que llegar a la mansión y cumpliría con el desafío más importante de mi vida: tener a mi Angel gritando mi nombre cuando se corriera sobre mi polla. De solo pensarlo me sentí aun más duro que cuando comenzó todo ese juego de los besos la pequeña pilla y lo que recién habíamos iniciado.
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¡Por Dios o quien sea que mandase! ¿Como diablos termine así? Rhage otra vez me cargaba de regreso a la mansión más rápido que antes ¡Demonios! Debía decirle que era él primero ¿O no? ¿Y si cambiaba de opinión? Después de todo el siempre pensó que tenía experiencia por mi forma de ser: toda alocada. Por desgracia yo era alocada. No loca, pensé con mucha sorna…
Deja de pensar lo que sea estés pensando. No te vas a escapar de mi cariño. Te deseo. Quiero estar contigo sin importar la excusa que pongas. - dijo en una afirmación que me hizo sentir algo más relajada y replantearme el decírselo. – Rhage, te deseo. – eso era lo único que podía decir podría ser la única oportunidad que tuviera con este duro guerrero. No podía darle la oportunidad a negarse… no podía siquiera planteármelo.
Me aferré a él. Lo quería cerca todo el tiempo. Y sentir su piel, lamerla, besarla, morderla y disfrutar cada gemido que me diera… sólo esperaba que no se enojara demasiado.
Algunos segundos más tarde llegamos a la mansión. Entramos por la puerta de la biblioteca que daba a la piscina intentando no llamar la atención. Lo que fue genial, ya que entramos sin que nadie nos viera. Cuando terminamos de subir las escaleras Rhage comenzó con otro beso demoledor. Este incitaba a devolverlo y yo complacida le di lo que pidió. Cuando deslizó su lengua en mi boca me sentía mareada embriagada por su sabor piruleta de chocolate y un sabor de macho primitivo, salvaje y letal. No supe en qué momento había pasado, pero estábamos en su cuarto y sobre su cama con el encima mío continuando ese beso. Sólo que ahora era más apasionado y urgente. Tenía su peso sobre mi inmovilizándome y sus piernas entre las mías, mientras acariciaba su pecho y espalda cubiertos por la camiseta sujetándolo cerca. Sentía su excitación contra mi centro. Era enorme y se sentía tan bien donde estaba dando pequeños golpecitos en todo mi centro de excitación. Estos sólo me llenaron de sensaciones que estaban causando estragos en mi cerebro. Y cuando pensé que no podía mejorar, Rhage en un solo movimiento, sacó una daga y cortó mi blusa y pantalón mientras me miraba con deseo y lujuria. Pero no muy convencido, cortó mi top dejándome en una tanga negra con pequeños lazos rojos a ambos lados. Su mirada se oscureció aun más mientras ardía un fuego que por mucho tiempo yo había fingido no ver. Parecía que no sólo íbamos a estar nosotros dos después de todo. Por la forma en que los ojos de Rhage brillaban sabía que La Bestia nos acompañaría en esta primera vez. Eso sólo provocaba mas excitación a lo que ya había en juego… y también un poco de miedo. Él lo sintió: tanto la parte del hombre como la de la bestia, porque su sonrisa se agrandó derritiendo mi corazón y haciendo que olvidara mi miedo.
Comenzó el beso de nuevo. Y esta vez besaba mi cuello. Al tiempo que tomaba mis pezones en sus manos, fue poco a poco rotándolos mientras mi cuerpo pedía más. Quería hablar y decirle que quería su boca ahí, pero el placer no me permitía articular nada más que gemidos entrecortados. Cuando alzó la mirada de nuevo, pareció que algo en mi ojos se lo dijo, porque bajo directamente a uno de ellos comenzó a chuparlo y alterno lamerlo haciéndome chillar incoherencias. En el momento que lo mordisqueó todo fue demasiado para mí. Y por primera vez en la noche, tuve mi primer orgasmo gritando su nombre. Cuando volví a la coherencia, lo observé sonriendo con suficiencia. Y no puedo evitar preguntarme que si lo que había experimentado era sólo el principio terminaría muerta cuando él por fin decidiera concluir con todo esto.
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¡Joder! ¡Ella era fuego y me volvía loco! El dragón la adoraba, estábamos juntos en esto. Parecía extraño y surrealista, pero no luchábamos por el liderazgo, sólo queríamos complacerla y verla llegar al orgasmo otra vez. Se veía preciosa toda perdida en su propio éxtasis. Pero el momento había llegado: la última prenda la removimos de un tirón. Esa maldita sexy tanga negra me había mantenido duro desde el principio, pensé mientras me sacaba los pantalones deportivos de un tirón y la camiseta. La vi excitarse otra vez cuando notó que no llevaba nada debajo de los pantalones. Parecía una gatita sexy ahí repantigada y todos esos rizos oscuros que me estaban tentando. “Pero no por mucho”, pensé mientras descendía mis atenciones a ellos y comencé mi banquete con su coñito. Ella era dulce con un toque a mujer madura, pero con su propia esencia única. Y yo podía probarla todo el día, sin lugar a dudas. Me centré en devorarla sin descanso. Una y otra vez la acerqué a la cima pero cambiaba la intensidad y las caricias de lugar. Quería que esta vez fuera muchísimo más fuerte, yo era grande después de todo, pero ella se ajustaría a la perfección. No sabía por qué, pero estaba convencido de que era así. "Es el momento", pensé con un poco de juicio. Si seguía así terminaría en un estado de erección permanente. Sólo la penetré con un dedo y la sentí tensarse un poco, pero no lo suficiente aún para que se corriera. Aun podía escuchar sus gemidos y gritos pidiéndome que la dejara llegar a su clímax. Ella se iba a correr, pensé mientras la penetraba con dos dedos y daba una mordida final a su clítoris. Ella gritó en ese momento y se corrió duramente. Yo aproveché la oportunidad y la penetré. Fue un momento único: el infierno y el paraíso al mismo tiempo. Ella estaba aun en todo su clímax y yo podía sentirlo todo. Como me estrangulaba no podía moverme. Por lo menos aun no. ¡Ella había llegado virgen a mi cama! ¡Por el amor de la jodida virgen escriba! ¡Virgen!
Sólo necesitaba un poco de tiempo y calma pero ella seguía gimiendo. Yo podía ser un bastardo egoísta, pero la necesitaba y quería que fuera bueno para ella… aunque ella no colaboraba. –Rhage… te necesito… ¡por favor! - si volvía a decir algo así, la montaría sin piedad. ¡No podía decir eso! ¡No en este momento que necesitaba algo de control!
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¡Oh, Dios! ¡Él era enorme! Pero necesitaba que se moviera, que siguiera. No lo quería tierno ni delicado. Rhage estaba dispuesto a ser eso. Me conmovía en lo mas hondo, es verdad... pero el amante dispuesto, juguetón del principio era con el cual quería terminar esto. Tenía que picarlo y en eso era algo que sabia destacarme, pensé sobradamente cuando envolví mis piernas en sus caderas y lo sentí tensarse y endurecer un poco más en mi interior. Lo vi tragar saliva perceptiblemente y le sonreí con descaro. -¿No dijiste tu mismo que iba a gritar toda la noche? ¿O te habrás arrepentido? Porque sí es así podría ir a buscar alguien que sí cumpla sus promesas. Tal vez V podría...- lo sentí gruñir y dejé de picarlo. Estaba molesto y en este momento pensé que no era tan buena idea. En especial cuando habló. Su voz estaba desfigurada con posesividad y furia apenas contenida. - ¿Quieres gritar? Te daré algo por qué gritar. Pero será porque yo lo decidí, no por tu insolencia, bebé. - Con gruñidos, Rhage salía y se zambullía en mi coño hasta la empuñadura una y otra vez más. Arqueando la espalda di un suspiro con las piernas apretadas en su cintura y comencé a tener una infinidad de clímax en forma instantánea. Sólo podía gemir mientras que él daba una serie de golpes largos y gruesos. -¡Dios mío!- me quejé. -¡Rhage! ¡ay, Dios mío! ¡Te sientes tan bien!- grité mientras él me embestía sin darme descanso.
Vi su quijada atascarse, pero Rhage siguió a su paso implacable. -¡Por la virgen!- gruñó mientras las venas de su cuello y brazos se veían prominentes por su esfuerzo de contenerse más tiempo. –Eres tan pequeña y ajustada. Me da la bienvenida como el de ninguna otra nunca lo hará-. Grité al llegar a mi clímax otra vez. Con las piernas todavía atascadas alrededor de la cintura de Rhage, di golpes con la cintura hacia él también, en anticipación de sus golpes. -¿Me sientes mejor que tus anteriores amantes?- pregunte con malicia.
-Mil veces mejor que ninguna otra- gruñó Rhage.
-¿Seguro?-
-Sí.- gruñó mientras se enterraba más profundo en mí.
Me desbaraté a su alrededor gritando de placer. - Dame todo, Rhage. No te contengas.- le rogué. -No me escondas nada por favor.-
-Tu placer es mío.-
Los orificios de su nariz se movían, sus músculos se tensaron. Rhage me tomó por las caderas y dio golpes metiéndose en mi cuerpo con golpes fuertes, una y otra, y otra, y otra vez. - Así te he querido ver desde la primera vez que te vi hace 6 meses.- dijo, golpeando mi coño sin piedad. Con un tiro de su cabeza hacia atrás, rugió como una bestia salvaje mientras que ambos teníamos un clímax que me dejó zumbando. Para el primero de la noche para quien sabía cuantos más. Con algo de dificultad podía sentir un cambio en el ambiente, un olor de especies picantes. Sentí su colmillos rozar mi cuello. No podía detenerlo. Me rendí ante él dejando mi cuello descubierto en forma sumisa. Sentí su mordedura y no pude más, el placer estalló otra vez en mi y grite con otro clímax más fuerte del que aun no había bajado.
En ese momento no tenía tiempo para descifrar ni recordar lo que significaban el olor de especias que se sentía en el ambiente antes de venirme una vez mas sin cesar, volviéndome loca por la intensidad. Podía sentir las contracciones, con cada golpe de Rhage que se venía. Sólo podía gritar y gemir del placer-dolor del despliegue que todo lo consumió. Parecía seguir y seguir, sin piedad en su ferocidad.
Rhage rugí, primario y territorial. Como un animal. El clímax fue tan fuerte para él como para mí, suponía.
Cuando todo había pasado, sus párpados temblaban al querer abrirse. Noté algo pensativa. Sólo quería mirar a Rhage. En ese momento me sentía una mujer muy especial y amada. Él, despacio, abrió sus hermosos ojos y me miró con detenimiento. Sus ojos como de un hombre que sentía las mismas emociones intensas, un hombre que sabía que nunca desearía a ninguna otra con igual ferocidad.
Rhage sacó su verga semiflácida de mi cuerpo saciado. Agotado, se desplomó a un lado en la cama. Entonces me arrastré junto a él y me abrazó un rato antes de hablarme con ternura. - Sabía que serias un problema cuando te observé por primera vez. Antes que grites... eres del tipo de problema que no deja de volver loco a un hombre que nunca pensó en emparejarse. - "¡Dios, no dijo lo que dijo es sólo una broma!" pensé algo aturdida. –Nada de eso es malo, Angel. Te quiero en mi vida. Por eso no actúe antes. Responde. ¿Quieres que este en tú vida? –
Con eso último lo besé y sentí lagrimas correr por mis mejillas mientras asentía con asombro. Ese enorme y fuerte guerrero me quería y yo nunca lo dejaría. Estaba algo tenso por culpa de mis lágrimas, pero las aguanté un poco como para decir en la suficiente voz ahogada un rotundo “si” mientras seguíamos en nuestro abrazo. Nunca pensé que podía sentirme tan feliz.


Gracias y veré si algo más viene a mi mente proximamente. Por ahora tengo un proyecto en mi mente... nos vemos y que disfruten de este pedacito de imaginacion de mi mente, jajajaja, Sanny amor sin comentarios a las demás que si saben que escribi esto me matán ;) besos a todos... chau.